Wells, Bath y Stonehenge: retrocediendo en el tiempo

Noche de luna llena de un 5 de Noviembre de 2014. En esta fecha, también conocida como Bonfire Night, los ingleses celebran con gran énfasis el intento frustrado de atentado contra el palacio de Westminster en Londres llevado a cabo por un grupo católico liderado por Guy Fawkes en 1605, realizando para ello diversos espectáculos pirotécnicos casi en cada localidad. Disfruto de ellos a los mandos del trailer que debo conducir esa noche desde Bristol hasta el corazón de las Midlands. La ténue luz de la luna ilumina levente el habitáculo y los fuegos artificiales procedentes de diferentes poblaciones van apareciendo súbitamente a ambos lados de la carretera. La música relajante de la emisora «Touch FM», de la cual me declaro seguidor, se convierte en el hilo musical perfecto para el momento, conformando todo ello una casi idílica atmósfera de trabajo.

Muralla del Bishop's Palace, Wells

Muralla del Bishop’s Palace, Wells

En el exterior, lejos de la calefacción que tengo funcionando a toda máquina en el camión, me aguarda un frío infernal que, unido al hecho de que ya está comenzando a anochecer a las 16:00h y a la elevada frecuencia de las lluvias, es señal inequívoca de que el invierno está llamando a las puertas de manera irreversible. Después de esquivarla durante más de año y medio disfrutando de un verano casi constante (debido a mis cambios de hemisferio), todo parece indicar que la estación invernal me va a atrapar de lleno en esta ocasión, un invierno más frío y duro de lo que podría estar acostumbrado. Otra experiencia más de la que con toda seguridad se extraerán cosas positivas.

Más de dos meses han pasado ya desde que llegué a estas tierras en busca de una nueva aventura, y el balance ha superado con creces todas mis espectativas. Cierto es que me faltan horas en el día para hacer todo lo que quiero o tengo que hacer, pero he de reconocer que eso me da más vida, y me gusta que así sea. En Reino Unido he olvidado el significado de la palabra aburrimiento, ¡y creo que eso no puede ser malo!

Aunque ya conozco bastante bien Bristol, mi ciudad adoptiva, voy a esperar a profundizar más en ella para elaboraros una guía lo más completa posible de una de las ciudades con mayor calidad de vida del país, que acoge muy bien al visitante de fuera y donde es relativamente fácil encajar si uno se lo propone. Así pues, en esta ocasión voy a centrarme en las excursiones que he realizado hasta el momento en Inglaterra. No las voy a relatar en el orden en que yo las hice, sino siguiendo la ruta más logica tomando Bristol como punto de partida, que curiosamente coincide con un orden ascendiente de antigüedad, como si de un viaje retrocediendo en el tiempo se tratase. Comenzaremos, pues, en la pequeña localidad medieval de Wells, continuando acto seguido hasta Bath, de origen romano, para terminar en los probablemente más famosos restos megalíticos del mundo: Stonehenge.

Catedral de Wells

Catedral de Wells

Así pues, me acompañaron en mi visita a Wells algunos de mis compañeros en mis clases de inglés y amigos Laura, Naty y Javier, a los cuales aprovecho para mandar un saludo desde aquí :). Es sencillo llegar a esta localidad desde Bristol, basta con tomar la carretera A37 en dirección sur y seguir las indicaciones hasta Wells. Con algo de suerte, conseguimos aparcar en una estrecha calle situada detrás del Bishop’s Palace, edificio que data del siglo XIII aunque dispone de diversas modificaciones y ampliaciones posteriores. El palacio está amurallado y rodeado de un foso inundado a modo de protección contra posibles enemigos de la época, reconvertido en el hábitat de cientos de cisnes y diferentes especies de patos. Tras un agradable paseo alrededor del foso, accedemos al interior del recinto amurallado, donde se puede contemplar una bonita vista del palacio tras un césped muy bien cuidado. Es posible entrar en el propio palacio previo pago de 6£ por persona, aunque nosotros no lo hicimos.

Vista panorámica de la zona de Somerset

Vista panorámica de la zona de Somerset

Decidimos, pues, continuar con la visita al centro histórico de la ciudad, dominado por una impotente catedral de estilo gótico de unas dimensiones inversamente proporcionales al pequeño tamaño de la población. No en vano estamos ante una de las catedrales más importantes del gótico inglés, cuya construcción fue iniciada en el siglo XII, alargándose la misma hasta el XV. La entrada es gratuita, aunque existe una donanción recomendada de 6£, estando en la voluntad de cada uno el hecho de abonarlo. Lo más peculiar del interior del edificio quizá sea un mecanismo que permite a un muñeco situado junto al reloj de la catedral tocar una pequeña campana cada 15 minutos, acompañado de 4 jinetes que giran en ese momento sobre el propio reloj. Lo realmente curioso es pensar que ésto se lleva repitiendo cada 15 minutos durante más de 600 años, y que más de 10 generaciones han contemplado el mismo mecanismo en movimiento durante diferentes épocas de la historia, un hecho que, sin duda, invita a reflexionar sobre el paso del tiempo y la vida…

Bajando hacia Market Place nos encontramos con el mercado que se celebra allí cada sábado, donde se pueden adquirir pasteles, recuerdos y todo tipo de ornamentación de temática medieval, todo ello rodeado de antiguas casas y partes de muralla que encajan perfectamente en dicha temática, es por esto que los habitantes de Wells aseguran que su pueblo dispone de la calle más antigua de Europa.

Glastonbury Tor

Glastonbury Tor

Acto seguido, nos dirigimos a comer a The King’s Head, uno de los diversos restaurantes situados en High Street, bien decorado y con precios asequibles aunque con tiempos de espera considerables (al menos en nuestro caso, a pesar de que no había demasiada clientela), para después volver al coche y continuar nuestro camino un poco más hacia el sur, hasta la localidad de Glastonbury, donde teníamos intención de visitar Glastonbury Tor, un torreón de vigía medieval situado en lo alto de la pequeña colina que domina el pueblo y cuya cima nos obsequia con una preciosa vista panorámica de gran parte de la región de Somerset. A pesar de que una línea contínua amarilla prohíbe el estacionamiento en la parte de atrás de la colina, decidimos correr el riesgo y aparcar allí el coche, sin mayores consecuencias. La ascensión se completa en cuestión de 10 minutos, y la recompensa es impresionante. Las vistas desde lo alto son espectaculares, y el torreón que corona la colina, unido a la luz del inminente atardecer y el ensordecedor viento que nos azota le confieren cierto aire místico al lugar. Bajo mi punto de vista, visita obligada para todo aquel que decida acercarse hasta Wells. Con la caída del sol, decidimos poner rumbo de vuelta a Bristol nuevamente, después de haber completado un bonito día rodeados por el medievo.

Continuando, pues, con el itinerario previamente establecido, es el turno de la población de Bath, de origen romano pero con vestigios de prácticamente todas las épocas posteriores. Un auténtico museo hecho ciudad. Es posible acceder fácil y rápidamente desde Bristol a través de la carretera A4, siguiendo las indicaciones pertinentes. En esta ocasión me acompañaron mis amigos Cristóbal, Patri, Ana y Ricardo (a los que, por supuesto, también aprovecho para saludar desde aquí), aunque posteriormente sumaríamos más efectivos al grupo, a través de amigos de amigos que viven en la ciudad o se encontraban en ese momento en la misma.

The Royal Crescent, Bath

The Royal Crescent, Bath

Dado que todas las posibilidades de estacionamiento en el centro de la ciudad son de pago, aparcamos en la zona de Weston, situada a unos 15 minutos a pie del centro. Acto seguido, nos dirigimos al propio centro, mucho más masificado de lo que pudiera estar Wells (teniendo en cuenta que hicimos ambas excursiones en sábado), iniciando la visita en la abadía de Bath, la cual data del siglo XVI, y cuya fachada emerge impresionante tras un pórtico romano. Muy cerca se pueden visitar las termas romanas originales, construidas aprovechando los manantiales de agua geotérmica que emanan en la zona, aunque nosotros no lo hicimos por falta de tiempo. Si se desea disfrutar de un baño de aguas termales, podemos hacerlo en el Bath Spa, del cual tengo muy buenas referencias (aunque no he podido disfrutarlo, por el momento…). Con toda seguridad volveré a Bath para completar mi experiencia en esta ciudad tomando un baño y visitando las termas romanas, sin duda el punto de mayor interés arqueológico de la población.

Así pues, decidimos hacer un alto en el camino para comer y reponer fuerzas. El lugar elegido para ello es el Wagamama, franquicia de comida asiática donde tuve la ocasión de volver a degustar un Pad Thai que, sin llegar al nivel de los que probé en Tailandia, estaba bastante conseguido, reviviendo en mi mente nuevamente recuerdos de Asia (¡qué ganas de volver!), y es que dicen que la memoria que tenemos en los sentidos del olfato y el gusto es mayor que en el de la vista…

Puente de Pulteney

Puente de Pulteney, Bath

Tras la sobremesa, nos acercamos hasta The Royal Crescent, un curioso edificio construido en el siglo XVIII con forma de semicírculo que adorna el parque adyacente, ideal para tumbarse a disfrutar del sol y del buen día que tuvimos. Acto seguido, nos tomamos un café y nos disponemos a visitar la cuenca del río Avon, donde destacan los bonitos Parade Gardens y el pintoresco puente de Pulteney, también del siglo XVIII y provisto de varias tiendas cuya situación es absolutamente privilegiada, todo ello adornado por un pequeño salto de agua en el río. Una estampa digna de postal. Con esto damos por concluida nuestra visita a Bath y nos disponemos a regresar a Bristol, después de un interesante recorrido por la historia desde la ocupación romana hasta la actualidad.

HMS Victory, Portsmouth

HMS Victory, Portsmouth

La última de las excursiones que voy a narrar en este post corresponde con la primera que hice realmente, para la cual tuve la compañía de mi más fiel compañero de viaje y un viejo conocido en Destino Kiwi: mi hermano Rodrigo. Aprovechando su llegada a Porstmouth via ferry con la finalidad de traer mi coche, lo cual le agradezco nuevamente desde aquí, decidimos visitar Stonehenge en el camino de vuelta. En Portsmouth (aunque la falta de tiempo nos lo impidió una vez más) se pueden realizar algunas visitas interesantes tales como el Spinnaker Tower o los buques del puerto histórico, entre los que destaca el famoso HMS Victory del almirante Nelson.

Yo ya había visitado Stonehenge unos 5 años antes, durante mi visita a Londres, pero no me importaba en absoluto volver a contemplarlo. Habíamos reservado previamente las entradas a través de internet en la siguiente página web:

http://www.english-heritage.org.uk/daysout/properties/stonehenge/

Hecho bastante recomendable dada la alta afluencia de visitantes al histórico lugar y el aumento del precio de la entrada en taquilla.

En mi anterior visita a este calendario megalítico gigante, aproveché para conocer también la cercana localidad de Salisbury, lo cual recomiendo encarecidamente aunque en esta ocasión tampoco tuvimos tiempo de hacerlo. Cabe destacar su enorme catedral y todo su casco antiguo.

Posando en Stonehenge

Posando en Stonehenge

Centrémonos, pues, en la visita estrella del día: Stonehenge. Una vez llegamos al emplazamiento, debemos dejar el coche en el parking del centro de visitantes, el cual dispone de una tienda, sala de exposiciones y una recreación de un pequeño poblado nativo de la época. Desde este punto, donde tenemos la posibilidad de obtener una audioguía en diferentes idiomas, parten los pequeños trenes de carretera que nos acercan hasta los restos de Stonehenge. Realmente el lugar no es muy grande y se ve rápido, aunque podemos detenernos tanto como queramos para escuchar la guía y aprender más sobre su historia (aunque narrada de una forma un tanto lineal y aburrida, todo sea dicho) o aprovechar todos los ángulos posibles para lograr esa foto que pase para siempre a lo mejor de nuestro álbum de viajes.

Aunque aún no está claro por qué y para qué fue construido este complejo, todo parece indicar que sus diseñadores poseían conocimientos astronómicos bastante avanzados dada la época, y podría ser algo parecido a un enorme calendario solar, ya que el día del solsticio de verano los rayos de sol atraviesan el complejo iluminando el centro del mismo, entre otras curiosidades astronómicas.

Para mi gusto, llegamos a Stonehenge en el mejor momento, el último pase antes de que cierren el recinto, ese momento en el que el astro rey ya empieza a caer, los cientos de visitantes que atestan el lugar se empieza a ir y uno se queda prácticamente solo ante 5000 años de historia, concluyendo así mi particular viaje hacia atrás en el tiempo, atisbando, con toda seguridad, uno de los atardeceres más espectaculares de todo el Reino Unido. Mágico.

Espectacular atardecer en Stonehenge

Espectacular atardecer en Stonehenge

6 respuestas a Wells, Bath y Stonehenge: retrocediendo en el tiempo

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  2. Jose Ciudad Gomez dijo:

    Leyéndote dan ganas de agarrar una mochila y empezar a visitar estos lugares. Me alegro enormemente que tu estancia en Inglaterra te este reportando todas estas satisfacciones. Haces realidad esta bonita frase que lo resume…»He visitado tantos lugares y dormido bajo el mismo cielo, en distintas partes del mundo, que llevo una parte de todos ellos en mi corazón»

  3. Andrea Elizabeth Gómez dijo:

    Pude imaginar cada palabra escrita y sin duda es difícil acostumbrarse a un lugar donde el invierno es tan duro y pocas veces puedes disfrutar del sol ya que generalmente está lloviendo y además el frío está presente aunque lleves puesto varios abrigos, sin embargo creo el mal clima se contrarresta con la bonita historia, cultura y experiencias como las que nos narras. Te deseo lo mejor en Reino Unido!! 🙂

    • destinokiwi dijo:

      Gracias Andrea! yo también te deseo lo mejor en Reino Unido, o lo poco que te queda! espero que la experiencia te haya aportado tantas cosas positivas como a mi. Seguro que volvemos a encontrarnos pronto, un abrazo muy fuerte 🙂

      • Andrea Elizabeth Gómez dijo:

        Gracias!! Seguro que así será 😉 te mando un fuerte abrazo y Feliz Navidad!!!

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